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viernes, 19 de noviembre de 2010

El valor del silencio



Samantha adoraba el silencio... donde la palabra ya no podía explicar más, donde la música necesitaba un inciso para expresarlo todo, donde la imagen precisaba mutismo para asimilar en profundidad un fotograma digno del veto del sonido..... ese era el silencio para ella imprescindible.
En muchas ocasiones se regía por esos momentos en las conversaciones en que nadie decía nada para entender lo que estaba ocurriendo: en ocasiones el silencio era tenso, otras ejercía las veces de un sedante; pero la forma en que más le gustaba el silencio era cuando nada podía describir mejor que éste los pensamientos y sentimientos humanos.
Por ejemplo, las miradas: tomaban verdadera importancia sólo acompañadas de silencio, ese maravilloso silencio en el que no hace falta decir nada porque una sola palabra estropearía la perfección del momento. Según Samantha únicamente se podía decir más en una de esas situaciones en que las miradas se quedaban fijas en los ojos de otra persona si una sonrisa o un suspiro la acompañaba.

Cuando no se puede decir nada es mejor disfrutar del silencio, hay veces que merece la pena no hablar y deleitarse con aquellas cosas que no somos capaces de percibir con interferencias sonoras. Saboread más el silencio y vuestra vida será más rica: tendréis el privilegio de descubrir lo que quizás nadie más sea capaz de ver.

martes, 2 de noviembre de 2010

Un alma


Misterioso, disfrazado de crudeza y colmado de apatía....
Así parecía Joel, un joven que en realidad era ambicioso, soñador, impulsivo y adorable ... todo ello acompañado, sin embargo, de una racionalidad aplastante.
Intentaba esconder su sensibilidad bajo una piel de transparencias que no todo el mundo era capaz de ver.
Debajo de su translúcida cobertura se escondía un alma sedienta de conocimiento, cariño y comprensión.
Eternamente nostálgico, intentaba cubrir sus vacíos emocionales con cualquier cosa que le llenase, pese a que muchas de ellas le hacían sentirse tan pequeño como una microscópica bacteria en medio del océano.
Disfrazaba su felicidad de prepotencia (su coraza le hacía parecer una fortaleza impenetrable), pero se veía tan minúsculo que no sabía cómo vivir sin ese escudo para que no le hiciesen daño....

Lo que Joel no sabía es que tal armadura no existía, que su dolor y sus desengaños se la habían ido forjando lentamente, sólo en su mente. Por muchas capas que se pusiera encima seguía siendo el mismo bajo esa transparente piel de la que hablaba, sólo tenía que ver que no debía esconderse de sí mismo.

El problema residía en que no sabía que la coraza se estaba adhiriendo a su piel, no sabía que su personalidad se estaba empapando de la crudeza, la apatía, la prepotencia...

Puede que Joel fuese misterioso, pero porque no dejaba que nadie viera lo que en realidad era...
Joel era un genio