Un lugar donde todo es posible y la ilusión es el combustible...

domingo, 24 de julio de 2011

Con otros ojos

El viento fresco me daba en la cara, resbalaba entre los dedos de mis manos y olía a hierba empapada. Había llovido y se respiraba mejor que bien. La lluvia planificó, sin saberlo, una ruta llena de magia.

El lugar era un verdadero parque de atracciones para los sentidos que nos transportaba a otro lugar, otra época y puede que a otra vida.... El olor del jazmín era salvaje, las especias se podían intuir y el relajante sonido del agua era irregular pero constante.
Era un idílico jardín y todo sobraba aquella noche, habíamos dejado al otro lado de la puerta la realidad y estábamos en un lugar escondido del mundo... ¿Éramos los mismos? Seguramente sí, pero algo cambiaba. Puede que se tratase una forma de ver el mundo que hacía que una vieja puerta llena de telarañas y con unos cuantos candados oxidados fuese algo fascinante. Cualquier detalle, por ínfimo que fuese provocaba las delicias de alguien que pese a ver la realidad con todos sus sinsabores encontraba algún brote verde en medio del desierto que le modificaba el brillo de los ojos. Sin duda alguna, la suya era una forma de ver la vida en todo su esplendor; admirando lo admirable, despreciando lo despreciable. En el fondo se trataba de una persona realmente positiva, que de no ser así no apreciaría la belleza en sus más diversas formas.

El jardín consiguió descifrar algunas palabras que el viento susurraba a los árboles, palabras que llevaban algún tiempo suspendidas en el aire y que no se atrevían a ser empujadas por no errar...
... el viento no se equivocaba.

viernes, 22 de julio de 2011

Infinito


Elise disfrutaba de su particular burbuja, un lugar donde nada ni nadie podía afectar a su persona. Estaba en un momento de una estabilidad pasmosa a todos los niveles y había decidido disfrutar mejor de la vida.

"Toc, toc, toc, toc...." Alguien llamó y Elise abrió la portezuela de invitados de su burbuja. Ahí estaba él: vestido de negro, con grilletes en los tobillos y en su cara llevaba escritas las palabras ira, dolor, desesperanza e impotencia. Su nombre era Pasado y era un compañero de ruta para Elise desde el minuto uno de su nacimiento. Tenía dos opciones: dejarlo pasar o cerrarle la puerta en las narices... pero luego pensó que si Pasado quería volver en algún momento ella no era quién para echarle de su vida, porque al fin y al cabo nunca podría renegar de él.

Una vez más todo volvía a donde empezó por poco que le gustase; por mucho que afectara a la estructura de su burbuja....

... todos tenemos un pasado.