Un lugar donde todo es posible y la ilusión es el combustible...

domingo, 27 de noviembre de 2011

Sinopsis

Porque todo refugio tiene derecho a 
poder refugiarse....

A simple vista parecía un chico normal, pero Vincent era un joven misterioso, de temperamento sospechosamente estable y con ansia de saber. Devoraba libros por doquier y su vida la construía valiéndose de esas historias según le convenía; pero lo cierto es que lo hacía con el fin de desviar la atención y así no hablar de su vida, de su pasado....
Una de sus lecturas le devolvió al lugar donde todo empezó: Ciudad Pasado.
Allí vio que la mayor parte de la gente que él conocía estaba también vagando sin rumbo por sus gélidas calles, con el rostro pintado de un gris cobarde.... y sin embargo, algunos privilegiados estaban dentro de casas, sonriendo... 
"¡Yo también quiero una casa con chimenea mientras tenga que estar en Ciudad Pasado!" - se dijo. Entonces se embarcó en la búsqueda de la solución.
Trató de llamar a las puertas de todas las casas para preguntarles cómo conseguir una para él, pero ¡las casas no tenían puertas! Entendió entonces que no era fácil conseguir una casa para dormir calentito y protegido del frío.

Pasó largas noches y días caminando, hasta que sucumbió al cansancio. Se sentó en un rincón y se puso a dar vueltas a su vida...
En ese momento se le acercó un señor llorando y le dijo: "Perdón.... perdóname lo que te hice, no te puedo demostrar mi arrepentimiento, te tienes que fiar de mi palabra, Vincent. Sólo quiero que me perdones... ¡te lo suplico!"
Vincent realmente no conocía a ese señor, pero le perdonó. Fue tanto el arrepentimiento que mostró que no le cupo duda de que lo sentía de verdad.
El señor se fue y dejo a Vincent con sus pensamientos.

Al poco tiempo se trajo una nueva casa a Ciudad Pasado, de nuevo sin puerta y adivinad quién vivía allí: ¡El señor del perdón! 
Vincent no lo dudó un segundo: trepó hasta la ventana para ver si le dejaba entrar. Pero la ventana no se podía abrir y el señor le puso una nota en el cristal:
"Gracias por salvarme de morir congelado, no puedes entrar, pero encuéntrate a tí mismo y tendrás un hogar"

Entonces empezó a preguntarse miles de cosas: "¿Yo le salvé? ¿Por qué si yo le salvé el tiene casa y yo no? ¿Por qué me pasa a mi esto, si no soy una mala persona?" .... y rompió a llorar. Pensó que igual no merecía tener una casa y tenía que morir de frío porque no siempre hizo el bien... no siempre fue bueno...
.... hizo daño.... sabía que no debía, pero lo hizo....
".... ¿Por qué  ....   ? ¿Por qué fui tan estúpido?.... Siento tanto tanto.....¡buf....tantísimo! haberme portado mal... que ¡no merezco se perdonado!"
Vincent estaba realmente arrepentido de lo que quiera que hiciese y no era consciente de que el verdadero perdón pasa primero por el profundo arrepentimiento. 

A los dos días Vincent estaba en su propia casa, calentito y empezando el camino del verdadero perdón; y para eso, necesitaba tiempo.... y ver la niebla desde la ventana....

... perdonarse a uno mismo no es fácil.... pero es posible y necesario.
Un abrazo enorme

domingo, 20 de noviembre de 2011

Thaïs

En el Reino de la Primavera Thaïs, el hada que adoraba la nieve, soñaba con ella y continuamente intentaba reproducirla con su varita mágica...
Probó toda clase de hechizos como "bim sala bim, que la nieve caiga aquí" o "con agua y viento helado se queda blanco el tejado"; pero nada parecía funcionar.
El hada Thaïs vagaba triste, de flor en flor... sin saber qué más hacer para conseguir que nevase y así poder cubrir de un bellísimo manto blanco todo el paisaje que sus diminutos ojos podían avistar. Cuando un día, de repente le vino la solución.
Parecía un alma en pena y se hacía llamar Invierno. Invierno nunca tenía vacaciones, ya que aunque durante la primavera y el otoño no trabajaba en ninguno de los hemisferios en los polos siempre tenía faena. Pero hizo un alto en su camino para ayudar a Thaïs: le dio el poder de hacer nevar siempre que ella quisiera bajo la promesa de que no entorpeciera su trabajo: la nieve podía llegar a ser muy peligrosa.
Thaïs enloqueció con su nuevo poder. Siempre había deseado poder dominar la nieve y empezó a crearla en pequeñas cantidades, pero cada vez quería más y más y más nieve. ¡Hasta aprendió a generar pequeñas tormentas! Pero un día se le fue de las manos... Creó una tormenta sobre otra y se extendió más allá del Reino de la Primavera y por un correveidile se terminó enterando Invierno.
Éste montó en cólera y hecho una furia fue a hablar con Thaïs.
" ¿Pero qué has hecho? ¿No ves que has destrozado tu propio reino? ¡Eres una inconsciente, te advertí que sería peligroso!"  De la misma rabia Invierno se puso a llorar... "¿Cómo se lo voy a explicar yo ahora a mi amada Primavera? Todas sus bellas flores han muerto..." pero Thaís fue a buscar en un pequeño invernadero que ella misma había creado la única flor que quedaba viva en todo el reino.
"Tenga, señor Invierno, para que se la dé a Primavera"  - dijo Thaïs -  "Siento haberle causado est...."

"Nooooooooooooooo" - gritó Invierno - "Ella tenía buen corazón, no lo merecía"

Una lágrima de Invierno alcanzó a Thaïs y quedó atrapada, para siempre....   en una bola de nieve....                                          

sábado, 12 de noviembre de 2011

El regalo

El día salió normalito: ni hacía demasiado frío ni era excesivamente soleado, tampoco fue lluvioso...
Pero la noche.... la noche pintaba espectacular desde que comenzó el sol a ocultarse por el oeste.
El ocaso fue de ensueño... el sol se iba tornando cada vez más rojizo y las nubes, suaves como plumas, dejaban entrever infinitos colores a través de sí. Fue transformándose, poco a poco el cielo hasta que finalmente el violeta abrió la veda de la oscuridad.
Anocheció. Era una noche en que, según contaba Elise, la terraza le pedía a gritos que subiera a hacerle compañía; y se envolvió, como de costumbre, en una manta para subir a contemplar la luna y las estrellas a la planta superior de su dúplex.
La luna era llena, parecía que iba a explotar cubriendo la tierra de polvo de plata de un momento a otro. Lucía preciosa y su estrella estaba ahí, brillando más que ninguna.

"Ding-dong" - Sonó el timbre de su casa y se apresuró a bajar todas las escaleras... Al girar la mirilla vio que estaba todo oscuro y no abrió la puerta. - "No he llegado a tiempo" - pensó. Se dio media vuelta y cuando estaba por la mitad del pasillo volvió a sonar el timbre y esta vez como si una fuerza desconocida le impulsara salió corriendo y abró la puerta de golpe, tanto que faltó un ápice para darse de bruces con el suelo debido a la inercia...
No había nadie. La luz seguía apagada. Pero.... - "Un momento, ¿qué es eso?" - se dijo. Era una caja envuelta en papel de regalo y pensó que podía ser un error porque no era su cumpleaños y nadie le había regalado nunca nada porque sí; pero aunque inquieta y dubitativa, lo cogió. Al fin y al cabo estaba en su puerta....
Se subió con el paquete de nuevo a la terraza y al abrirlo no le quedó duda de que era para ella. Contenía todo lo que siempre había querido y no había podido tener. Estaba llena hasta reventar de cachivaches que servían para eliminar las cicatrices que la vida había ido dejando en su interior: caricias, sueños, sonrisas, calidez, esperanzas...


Alguien dejó el mejor de los regalos en mi puerta...
...gracias

domingo, 6 de noviembre de 2011

El baile de la lluvia

Dicen que una noche de lluvia una gota se negaba a caer. El viento comenzó a soplar intentando arrancarla de su nube de origen. Se agarró con todas las fuerzas que pudo sacar a su raíz hasta que ya no pudo aguantar más: no le quedó otra que darse por vencida.
Se precipitó. Comenzó a caer al vacío pensando en todo lo que podía conllevar su caída, su aplastamiento contra el suelo; y fue entonces cuando se dio cuenta de que quizás no estaba tan mal eso de dejarse llevar... tomar velocidad y subirse al tren de lo desconocido, dando rienda suelta a sus emociones.
Cuando justamente estaba a punto de llegar al final de su destino otra gota la envistió de manera sorprendente y violenta. Inesperada.

Quedaron unidas... y no cayeron aplastadas contra el asfalto como cualquier gota corriente, pues éstas eran ya una gota muy especial. Su remanso fue una confortable hoja de nenúfar, terminando allí de fundirse por completo bailando lenta y pausadamente gracias al viento...

... y siguió lloviendo....

sobre el asfalto....